Las organizaciones deben optimizar y dinamizar la cultura corporativa

¿Qué factores llevan a uno a sentirse más atraído por una empresa o un entorno de trabajo? ¿Y cómo pueden esos factores contribuir a unos mejores resultados en una organización? Estas son algunas cuestiones que nos remiten a la cultura corporativa. Entendemos por cultura corporativa al conjunto de valores, creencias y comportamientos que determinan como se actúa dentro de una organización.

Shivaram Rajgopal, de la Universidad de Columbia, explica que la cultura corporativa se asemeja a una caja negra, dónde no hay certezas sobre lo qué es lo que lleva al éxito a una cultura y al fracaso a otra. Se trata de un aspecto clave para muchos CEOs o directivos de Recursos Humanos, que reconocen el impacto de la cultura corporativa en momentos de cambio, como lo son en procesos de fusiones o adquisiciones, sin embargo, la mayoría no sabe como medir ese impacto.

Estudios recientes realizados por la Universidad de Queens sobre cultura corporativa, nos indican datos estadísticos más favorables en culturas de empresas que generan mayor compromiso de sus empleados, datos como un aumento del 15% en la productividad o del 30% en los niveles de satisfacción del cliente.

Si el impacto en el negocio es real, nos debemos centrar en la cultura corporativa de forma rigurosa, cómo algo que surge desde dentro de la organización, que es único, y alineado con la estrategia de negocio. Ese es el momento en que la cultura corporativa se convierte en una ventaja competitiva, dentro y fuera de la organización – para empleados, clientes y colaboradores externos, y en todo tipo de empresas, independientemente de su tamaño.

Plantear a las organizaciones que revisen la coherencia de su cultura corporativa, es lo que proponen reguladores en distintos países, que apelan a las organizaciones a ser consistentes entre lo que dicen y lo que hacen, walking the talk. En el sector asegurador, por ejemplo, la adopción de la normativa de solvencia y también la futura adaptación de las compañías a la normativa de IFRS17, incorporan la cultura corporativa como un elemento clave para la gestión de riesgos y a la vez el compromiso con los valores éticos y de transparencia.

La capacidad de obtener información en tiempo real sobre la experiencia de cliente, o conocer de cerca la opinión de los empleados, permite a las empresas identificar rápidamente las fortalezas y áreas de mejora de la cultura corporativa. Ese conocimiento puede ser el punto de partida para pasar del análisis a la acción.

En definitiva, deberemos decidir si nos sumamos al carro de la transformación a través de una cultura corporativa que debe dar soporte y que permita una adaptabilidad al entorno dinámico y exigente en términos de competencia y regulación, o bien, confiamos en nuestra propia historia y en los éxitos del pasado.