Antes del conflicto armado entre Rusia y Ucrania, y tras estar empezando a salir de una crisis sanitaria sin precedentes, la situación de la Industria del Seguro era estable, con tendencia esperanzadora, por el inicio de la recuperación industrial y de la exportación. Asimismo, la hostelería y la restauración gozaban de buenas expectativas, gracias a un turismo internacional que comenzaba a despertar del letargo de los dos últimos años.
Pero la situación económica ha cambiado radicalmente con la guerra, encareciendo las materias primas y la energía, y no favoreciendo en nada al sector asegurador, debido al gran impacto que va a suponer en los presupuestos corporativos y domésticos. Es de destacar, que ya en su momento, la pandemia trajo consigo un abaratamiento de la prima media, como una de las medidas que aplicaron las aseguradoras para retener los clientes, ajustando tarifas y coberturas. Sin embargo, en estos momentos “el impacto, especialmente en la economía doméstica, está empezando a ser muy significativo, por lo que los precios necesitarán mantenerse bajos y la producción nueva resultará más difícil de materializar”.
La invasión Rusa en Ucrania ha provocado la supresión de importaciones a España de maíz, trigo, pienso para el ganado, aceite de girasol,… entre otros, impactando severamente en sectores como el ganadero y la agricultura. A esto se suma la subida de los carburantes que provocará que el transporte repercuta sus gastos de forma inmediata, afectando a corto plazo a toda la cadena de transformación y consumo, por lo que el consumo de proximidad volverá a tener una oportunidad.
En mi opinión , un impacto emergente claro son las energías alternativas al gas y el petróleo. Hemos evidenciado, por ejemplo, el cambio incipiente del parque automovilístico de combustión por el eléctrico. En la misma línea, a nivel doméstico, los sustos que propician las facturas eléctricas y de gas estos días, están provocando el replanteamiento de muchos particulares sobre su solución eléctrica y de calefacción. Por lo que energías como aerotermia, geotermia, eólica y fotovoltaica aparecen como soluciones que pueden determinar, a medio plazo, una reducción de la dependencia respecto a los combustibles fósiles, llegando a replantear el paradigma energético y, en consecuencia, otros sectores como el asegurador.
En este sentido, la flexibilidad de las compañías aseguradoras será determinante para salir reforzados. Aquellas que han invertido en digitalización, han dimensionado y formado su equipo humano, han definido sus procesos y controles de negocio y, además, han adaptado su gobernanza facilitando la toma de decisiones, tienen una oportunidad, todavía mejor que la provocada por el COVID-19, para acabar de consolidar el proyecto de cambio en el sector.
En este sentido, el sector asegurador debe empezar por analizar nuevas coberturas que demanda el mercado, muy tensionado por el incesante incremento de precios y la inflación derivada. “Es el momento de innovar en el seguro, aprovechando las nuevas herramientas tecnológicas, con los nuevos profesionales expertos en el análisis de datos, para controlar y predecir las tendencias del mercado. Es hora de identificar riesgos, que el mercado necesita mitigar, y aportar soluciones imaginativas y consistentes”.